Antecedentes sísmicos: Si una región ha experimentado temblores y terremotos recurrentes en el pasado, es posible que alguien prediga futuros eventos en función de la frecuencia histórica de tales eventos. Si los expertos han identificado un ciclo en particular para una región en 2023, es posible que se mencionen los temblores y terremotos esperados.
Fallas geológicas conocidas: Si se descubren nuevas fallas o se confirma la actividad en fallas ya conocidas en una región determinada, es posible que se hagan predicciones sobre posibles temblores y terremotos.
Predicciones científicas: Los científicos estudian las placas tectónicas y otros fenómenos geológicos para predecir posibles terremotos. Si hay evidencia de actividad sísmica en una determinada región, es posible que se haga referencia a temblores y terremotos futuros. Sin embargo, estas predicciones son estimaciones probabilísticas y no pueden determinar exactamente cuándo ocurrirán los eventos.
Rumores y especulaciones: A veces, circulan rumores y especulaciones infundados sobre eventos sísmicos. Estos rumores pueden difundirse en medios de comunicación y redes sociales, creando confusión sin una base científica sólida. Los científicos pueden utilizar modelos computacionales para simular y predecir posibles eventos sísmicos. Estas predicciones se basan en suposiciones y variables específicas, y pueden tener cierto margen de error.